jueves, 15 de marzo de 2012

La última carta.

No sé exactamente en qué punto se estancó mi vida, pero demasiado mal debí de haber hecho para haber llegado a estos extremos... De esta manera.
Me encuentro aquí, tendida en el rincón del muro (del que solo hablé en una ocasión); y ya no sé cuántas botellas de vodka serían necesarias ni cuánto humo tendría que inhalar para cicatrizar estas heridas... Heridas que nunca cicatrizaron, que se abren cada día hasta que llega un día (como hoy) en el que permanecen todas abiertas... Y me encuentro aquí, tendida... Con los ojos abiertos y la mirada perdida. Está mi corazón quemado y mi alma podrida. Y yo me pregunto, Dios...  ¿En qué momento fui vendida? [...] ¿En qué momento podré encontrar la maldita salida? [...] Dime que esto se acabará, la sensación de vacío, el ahogo interno,... ¡Quiero salir, debo salir ya! ¡Déjame llorar o mátame, mátame ya! [...] Sencillamente, hoy es uno de esos días en el que dices que no, que ya no puedes más.

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